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Yauyos, Hermosos Paisajes a Conservar

La Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas es un tesoro escondido entre la sierra de Lima y Junín. Visitarla es una combinación de aventura y descanso.

Las lagunas forman parte de un circuito turístico que empieza en Alis y termina en Vilca. En total se puede contar un total de 485 en toda la reserva.


Para llegar a Yauyos hay varios caminos. Uno es desde Lima, por la carretera Panamericana Sur hasta el desvío de Lunahuaná; otro, por la Carretera Central en una vía asfaltada desde San Mateo pasando por Carhuampa hasta llegar a Tanta y Cochas. Sin embargo, desde Huancayo hay otra manera de llegar. Es menos explorada, sí; más extrema, también. Pero de hecho más emocionante, más intensa y mucho más hermosa.

POR EL CAMINO DEL FERROCARRIL
A la ciudad de Huancayo también se puede llegar por distintos caminos y de distintas formas. Una de ellas es por el Ferrocarril Central Andino. Este sale en fechas establecidas, generalmente durante los feriados. El punto de encuentro es la antigua estación de Desamparados de Lima, hoy Casa de la Cultura, en pleno centro de la ciudad. El servicio turístico puede llegar a costar hasta 270 soles y dentro del tren no tendrás opción para el aburrimiento. Las ventanas hacen la labor de cuadros exponiendo los más contrastados paisajes desde la salida de Lima, Matucana, la subida hacia Ticlio para luego pasar por La Oroya y arribar a Huancayo, ya caída la noche. Lo ideal es descansar en la ciudad y aclimatarse para luego partir al día siguiente, muy temprano, hacia la frontera con Lima… la verdadera razón del viaje.

Si no cuentas con un carro propio, hay colectivos que van desde Huancayo hasta Yauyos por un costo de entre 15 y 20 soles por persona.
Una vez ahí puedes coger la carretera número 22 de Junín y salir de la ciudad en dirección noroeste. Se pasa por Chambara para luego seguir el recorrido. Uno empieza a sentir los cambios de altura al llegar al abra Negro Bueno ubicado a 4.600 msnm y a tres horas de la ciudad de Huancayo. La mayor parte del camino es pista asfaltada y de un solo carril, por lo que es recomendable hacer la ruta de día. Al pasar el abra se llega a la laguna Caja Chica. Ahí, en medio de la nevada, aves de diferentes especies juegan alrededor. En medio del frío y la altura, un par de huallatas caminan plácidamente.

Son pareja y lo serán siempre. Las huallatas solo tienen un compañero en la vida; cuando este muere, deambulan solitarias por los nevados de Yauyos. Son solo una de las varias especies de aves que hay en el lugar. A medida que empieza el descenso, las montañas quedan atrás y en su lugar uno se acerca al corazón del cañón, entrada inevitable a la reserva. Contemplar las paredes de laja de casi 300 metros hace que te sientas como una hormiguita ante la inmensidad de tanta belleza. Mira a tu alrededor. Estás ad portas de entrar a Nor Yauyos Cochas y ver las primeras lagunas aparecer bajo la sombra del nevado Pariacaca. Esto resolverá las dudas de por qué este lugar se ha consolidado como una gran reserva.

En la ruta de la Carretera Central se pasa por San Mateo, y a 67 km se encuentra Huachipampa. Ahí, un mirador natural te ofrece la vista sur del nevado Pariacaca.


PAISAJES PARA CONSERVAR
La Reserva Paisajística de Nor Yauyos Cochas está ubicada entre las provincias de Yauyos, Jauja y Yulis divididas entre Lima y Junín, tiene una extensión de 221.268,48 hectáreas y es considerada como una de las zonas de mayor belleza escénica del Perú. Basta con entrar a ella para empezar a deslumbrarse con el cielo azul intenso, que contrasta con el verde de sus incontables lagunas. Estas porciones de agua son de origen glaciar, y en toda la reserva se ha contado un total de 485. Entre ellas están las que se utilizan como piscigranjas, las generadoras de energía, las represadas y las que conforman el circuito turístico que recorre toda la reserva.

Pasando el cañón, el primer poblado al que se llega es Tinco Alis. Ahí está el primer desvío: a la izquierda se llega a Lunahuaná y, si quieres desviarte un poco, puedes seguir esta ruta por aproximadamente 20 minutos hasta Laraos, dormir en el hotel Koriwasi, conocer la laguna Pumacocha o visitar a la Asociación de turismo de la Municipalidad. A la derecha, pasas por los poblados de Atis y Vitis. Aquí puedes detenerte a almorzar. Comer trucha es casi una obligación y, por lejos, una verdadera satisfacción. La mayoría de restaurantes están alrededor de las plazas, por lo que ubicarlos no será difícil. Sigue el recorrido hacia Huancaya. Las lagunas y las cataratas naturales son parte de un paisaje alucinante, en donde pobladores y naturaleza viven en una armonía absoluta.



En Huancaya puedes quedar te en el albergue municipal, el cual está implementado para recibir a cerca de 50 personas. También puedes acampar, pero solo en zonas donde está permitido. Debido a que es una reserva natural, no se pueden levantar campamentos donde sea, ya que la simple presencia de personas puede alterar el equilibrio del lugar. En esta zona y durante el camino que te lleva hasta Vilca, te toparás con los más alucinantes colores. Las lagunas Piquecocha y Hualhua se convierten en escenarios de una película mágica.

RUTA CULTURAL
En medio de cañones y lagunas una ruta cultural hace su aparición. Un ramal del camino inca, de aproximadamente 64,17 km de longitud, denominado Qhapaq Ñam, atraviesa la reserva. Este vestigio formaba parte de un complejo sistema de red vial, de transportes y comunicaciones en pleno incanato. La ruta comienza a la altura de la laguna Piticocha hasta llegar a Jauja. Otro punto impactante son los andenes preincas, que se extienden por toda la reserva, pero es el mirador en lo alto de Vitis el mejor punto para verlos. Puedes seguir internándote en la reserva, empezar a caminar y hacer trekking por los alrededores. Puedes coger una bicicleta y hacer una ruta de montaña o de downhill, o quedarte en uno de sus miradores y simplemente disfrutar la inmensidad de la reserva frente a tus ojos, sintiéndote tan pequeñito en medio de tanta belleza.

Pasando el abra Negro Bueno se llega a la laguna Caja chica, el punto más alto del camino. Esta es hábitat natural de huallatas.
¿Cómo llegar?
En auto desde Lima por la carretera Sur hasta Cañete y luego coger el
desvío a Lunahuaná. Para ingresar a Yauyos, Huantan, Carania, Laraos y
Miraflores, tienes que desviarte de la carretera principal; solo Laraos está
asfaltado.
Desde Huancayo por la ruta número 22 de Junín, se pasa el abra
Negro Bueno Pilcomayo, Chupaca, San José de Quero, Huancachi,
Tomás, Alis y Tinco Alis. La carretera se encuentra completamente
asfaltada y señalizada desde Chupaca.
Dónde quedarse:
Casa - Hospedaje Alis 96446-9844
Posada turística María Jesús 98087-4311, 99215-1129, 99195-4771
Cómo llegar
De Lima:
Tour Perú Express 684-2890
De Huancayo:
Empresa de Transportes Turismo Vitis Huancaya
064-772390

Abancay, Campos de la nostalgia

La ruta de las haciendas es un atractivo filón turístico en Abancay.

Declarada monumento histórico en 1980, la hacienda Patibamba era tan extensa que sus dominios llegaban hasta las nieves del Ampay. Izquierda: Señora Santosa Moriano, guardiana de la misma hacienda.

Hay que tener un poco de fantasía para imaginar los cristales venecianos, las alfombras persas, los azulejos que decoraban las antiguas haciendas de Abancay. O proyectarse a inicios del siglo XX, cuando el segundo carro que llegó al Perú se paseaba por la hacienda Illanya. O darse una idea de la opulencia que traían consigo las haciendas cañeras, porque el azúcar tenía una trascendencia industrial que no poseían las de pan llevar. “Ahora, en cambio, no se produce un gramo de azúcar en Abancay”, refiere la antropóloga Gilda Carrera, directora regional de cultura de Apurímac. En su voz se percibe la nostalgia de tiempos mejores. “Todo abanquino recuerda las haciendas; se tenía mayor poder adquisitivo, se vivía mejor”, añade la especialista.

Gilda Carrera, directora regional de cultura de Apurímac, posa orgullosa ante un ficus
de más de 400 años de existencia, en la hacienda Casinchihua.
CAÑA BRAVA
Y es que Abancay fue un importante centro de poder económico en el sur andino, al punto que algunas haciendas como Illanya, Pachachaca y San Gabriel, llegaron a tener moneda propia hasta la década de 1960. La estocada mortal a este modo de vida se dio con la reforma agraria, la producción agrícola se fue en picada y los notables complejos arquitectónicos se deterioraron.

Queríamos ver qué había quedado de esa época. Salimos aún a oscuras la ciudad de Abancay y tomamos la vía que se dirige al Cusco. La carretera serpenteó sin cansarse entre bosques de eucalipto hasta el abra de Soccllaccasa, donde tuvimos un magnífico panorama: el nevado Ampay y, abajo, las luces de Abancay se iban apagando. Cruzando el abra se extiende otro paisaje de asombro: la legendaria cordillera de Vilcabamba, con el Apu Salkantay (6.271 m) rasgando el cielo andino.

Un embriagante aroma a anís nos invadió mientras cruzamos el pueblo de Curahuasi. Quince minutos después nos topamos con la hacienda El Carmen. Bandadas de loros nos recuerdan que estamos en un lugar tropical, así como las grandes extensiones de caña junto al sinuoso río Apurímac. Más allá de la casa hacienda con techo a dos aguas, lo que más resalta en esta propiedad es el centenario trapiche, donde se produce un cañazo de primera.

JOYAS DE PACHACHACA
 De regreso en Abancay, desayunamos en el emblemático hotel de turistas, para luego dirigirnos a dos importantes haciendas en la parte media del valle del Pachachaca. La primera es Casinchihua, ubicada en el kilómetro 418 de la Interoceánica. Aunque ahora solo conserva 23 hectáreas de las 4 mil que tuvo en otra época, mantiene una casa hacienda acogedora, con amplios corredores, patios y huertas, campanarios, y la rueda de molino más grande de la región. Por ello, su dueño, el ingeniero Pedro Giraldés, quiere adecuarla para hospedaje.

HAY MÁS DE 30 HACIENDAS CON POTENCIAL TURÍSTICO EN ABANCAY. UNA DE ELLAS, PATIBAMBA, PRODUJO AZÚCAR HASTA LA DÉCADA DE LOS 60.
La segunda es Yaca, una de las más hermosas haciendas de la zona, a la altura del kilómetro 423 de la Interoceánica. Como transportados por un túnel del tiempo, ingresamos por uno de los numerosos arcos que embellecen la propiedad y quedamos sorprendidos al escuchar que de una pequeña iglesia de piedra –copia en miniatura de un templo de Versalles– salían dulces voces de una misa realizada en quechua. El patio interior luce buganvillas y los restos de un carruaje oxidado. De la casona en ruinas sobresale el estilo afrancesado, rejas de hierro forjado, la celda para los esclavos y los viejos fogones. La comunidad campesina de Yaca, actuales dueños de la hacienda, ofrece sitios para acampar y servicio de canotaje en el Pachachaca.

APUESTA POR EL PASADO
En los extramuros de Abancay, se erigen las haciendas de San Gabriel, Pachachaca e Illanya. Las tres fueron adquiridas el siglo XIX por el italiano Lázaro Letona, y luego pasaron a ser propiedad de sus hijos José Antonio y María, y de otros dueños. Las carcomidas paredes de San Gabriel y Pachachaca están en plena campiña, rodeadas de árboles de molle y chacras de pan llevar; mientras que Illanya, una de las primeras haciendas (de 1592), es de lejos la mejor preservada, gracias a la puesta en valor llevada a cabo por las autoridades culturales. La visita está abierta al público, y desde sus balcones se puede contemplar la prodigiosa campiña de Abancay. En Illanya destacan la capilla, el museo, y una sala de exposiciones que alberga la urna de Mariano Herencia, uno de los tres presidentes (junto a Gamarra y Samanez Ocampo) que Apurímac ha dado al Perú.

El árbol de magnolia era tradicional en el patio de las haciendas.
Mientras que la hacienda Patibamba, enclavada en el mismo corazón de la ciudad de Abancay, es mencionada por José María Arguedas en “Los ríos profundos”. Ocupada ahora por el colegio César Vallejo, las huellas de la hacienda están por todos lados: grandes murallas y torreones rodean al centro educativo y los viejos salones y talleres mantienen su dignidad. Siempre se debe equilibrar las cosas, pues si bien algunos hacendados vivían como en París, la mayoría de los trabajadores, en especial los esclavos, solo subsistían. Sin embargo, oponerse a la restauración de las haciendas por motivos ideológicos, dejando que se destruyan majestuosos complejos arquitectónicos, desaprovechando su inmenso potencial turístico, sería un grave error.

Cómo llegar
Combinando vía aérea: Lima-Andahuaylas, con vía terrestre Andahuaylas-Abancay (3 h).
Combinando vía aérea: Lima-Cusco, con vía terrestre Cusco-Abancay (4 h). O exclusivamente
vía terrestre: Lima-Nasca-Abancay (14 h).
Dónde quedarse
Hotel de Turistas. turismoapurimac.com
Dónde comer
Restaurante Huayruro Steak House. Av. Arenas 153, Abancay.
Contacto: Julio Azurín, presidente Cámara de Comercio de Apurímac. T. 083-321991.

De Lima al Sondondo

La carretera que conduce de Lima al sur de Ayacucho, vía Nasca, atraviesa pueblos con una gran biodiversidad, buena cocina y misteriosos lugares arqueológicos. Allá, en el sur, uno se la pasa bien. Y si va en auto, mucho mejor.


La ruta es larga pero vale la pena explorarla. Sugerimos salir de Lima temprano para realizar la primera parada en Palpa, luego de cinco horas a paso quieto. Palpa es un pequeño valle escondido que se abre misterioso entre cerros y dunas. Alberga interesantes tesoros como los petroglifos de Chicchitara y geoglifos en el desierto, pero además es pueblo pintoresco, con una Plaza de Armas rodeada de casonas antiguas que conservan su estructura original. Palpa, además, huele a mango, ciruela y naranjas, y es tierra de los camarones más colorados y carnosos. Allí se puede disfrutar, en los restaurantes al lado de la carretera, de fuentes acevichadas o de chicharrón. Para el postre: raspadillas de fruta o aquellos dulces de olla que prepara en su casa doña María Paz Herrera, tales como compota de mango, limones o naranjas agrias rellenas.


La ruta de Lima al Sondondo cuenta con todos los servicios necesarios para realizar un viaje seguro en auto, una razón más para recorrerla.

Unos kilómetros más (43 km) y está Nasca. Antes de llegar a la ciudad, en el km 421,3 de la Panamericana Sur, se encuentran las líneas y el museo Maria Reiche. Existe también un pequeño mirador desde donde se pueden ver algunos de los dibujos parcialmente. Si no piensan subirse a la avioneta, sirve para hacerse la idea de lo que se puede ver; eso sí, se necesitan paciencia y tolerancia para con los vientos. A poco más de 25 km, entre dunas y bosques de huarangos, está Nasca. Aquí puede pasar la primera noche; hay ofertas que integran paisaje con modernidad y que apuestan por el desarrollo sostenible. Nasca es ciudad grande y activa. Dentro de sus imperdibles están los acueductos de Cantalloc, modelo de tecnología hidráulica ancestral; las plantaciones de cactus para extraer la cochinilla (saliendo del hospedaje-fundo Wasipunko); y el impactante centro ceremonial de Cahuachi, que se encuentra en la mitad del desierto y data de entre los años 1 y 500 (cultura Nasca).


De Nasca se parte a la sierra por la carretera a Puquio. A 77 km de Nasca, vía corredor Nasca-Cusco; y a 870 km al suroeste de la ciudad de Ayacucho, se encuentra Pampa Galeras, Reserva Nacional a cargo de la Comunidad Campesina de Lucanas (Ayacucho). Este es el comienzo de un safari fotográfico de la fauna que habita la zona, sobre todo las vicuñas. Su piel canela contrasta con el dorado de los campos y cielo azul intenso. La reserva tiene una extensión de 6.500 hectáreas. El paisaje es único, y para gozarlo con tradición, lo mejor es viajar para el 16 de junio, 15 y 22 de julio o el 24 de junio, y presenciar el chaccu: práctica ganadera y ritual ancestral en el que se trasquila a la vicuña.

LLEGANDO AL FINAL
Lo conveniente será luego viajar hasta Puquio (a 154 km o dos horas y media de Nasca) por carretera asfaltada, desde ahí se toma el desvío al valle del Sondondo, parada final. Son 65 km, unas dos horas de viaje. Tierra de cóndores y andenería preinca, en este impresionante emplazamiento habitan diversas comunidades, como Andamarca, Chipao, Mayobamba, Aucará y Cabana, que han sabido cómo articularse para brindar servicios turísticos. Andamarca (distrito de Carmen Salcedo, provincia ayacuchana de Lucanas) es la puerta de ingreso al valle. Sus terrazas de cultivo de cereales, papa y habas fueron fuente de vida para generaciones, y hoy se encuentran en vías de recuperación. Todo es verde y florido, libre de contaminación, el hábitat ideal para diversas especies de fauna, como el cóndor andino.

En la pequeña Plaza de Armas de Andamarca hay un centro de cultura dirigido por Fátima Titu Huamán. Ella tiene también una pequeña cafetería que ofrece dulces de manzana y zanahoria, sánguches y pizzas. La comunidad ha sabido organizarse y propone un recorrido que une el mirador de los andenes con el Museo de Andamarca, el de Danzantes de Tijeras y Taller de Telares. Además, hay otro circuito arqueológico y de naturaleza (cuatro horas) en el que se puede visitar el Centro Arqueológico de Caniche, el Camino Inca y realizar observación de aves en la laguna Yarpu.

Pasen la noche en Andamarca. Vivan una experiencia única. Un real contacto con la naturaleza. Al amanecer, apúntense a ese viaje inolvidable que será el circuito de observación de cóndores. Toma media hora llegar al Mirador de Moyobamba y ver el vuelo de las aves. Pueden aprovechar también para visitar la localidad de Moyobamba y Chipao, los minivolcanes de Mayobamba y los baños termales. Un último dato para alegrar la jornada de regreso: el circuito del queso lucanino, que dura cerca de tres horas e incluye hasta ordeñado de vacas y degustación de quesos aromáticos. Haga sitio en la maletera que volverá cargado.

En el mes de junio se celebra la fiesta del chaccu en Pampa Galeras. Derecha: La oferta hotelera ya no es problema. Existen buenos hospedajes, como el Fundo Wasipunki (en la foto), en Nasca.

¿Dónde hospedarse?
Nasca Casa Andina Classic. casa-andina.com / Hotel Majoro. hotelmajoro.com / Fundo Wasipunko. 056-523-212. /
Palpa Manantial y Fundo de Santo Domingo de la Máquina. email: alfonsotijerog@hotmail.com
Turismo rural y comunitario: Máximo Rojas García: maximo.rojas.galeras@hotmail.com
Comunidad Campesina Lucanas: lucanas.org